el mar muerto me habla con voz de bosque

He pegado la oreja a una caracola, a las vías del tren, a la corteza de los árboles, al culo de un vaso, a las paredes de esta casa, al cristal de la mesa, al fondo de la bañera, al brazo del sofá y a su pecho desnudo. Pero nunca, hasta hoy, a ninguna de mis piedras.