llega la luz antes que el sueño

Desde que aprendí a odiar, los pájaros no me atraviesan.

puntos suspensivos

En cada despedida intentar convencer al otro de que alejarse no es nada, tocándole las manos hasta convertirlas en arena o en comida para pájaros.

sin que sirva de precedente

Nada como una habitación de hotel libre de humo, de recuerdos, de sentimentalismo. Una habitación de hotel donde nada es nuestro, sólo el tiempo. La felicidad está ahí y es vertical.

¿quién reina sobre las cosas quietas?

Mirar un estanque y pensar en el estómago de un pájaro, una diminuta burbuja de insectos aún vivos ahogándose en su diminuto miedo.